Parece que la pretensión más común a la hora de utilizar el Tarot o cualquier otro Oráculo es la de adivinar el futuro según las cartas que aparezcan en una determinada tirada, así como de acuerdo con la posición que cada una ocupe en cada consulta.
De acuerdo con esta versión, el mundo estaría totalmente predeterminado y nada podría hacerse para modificarlo. Entonces, la pregunta inmediata que surge (al menos en mí) es la siguiente: ¿Para qué necesitamos el Tarot? ¿Para conocer por adelantado las fortunas o desgracias que nos tiene reservada la vida? ¿Para sufrir doblemente ante la adversidad anunciada? ¿Para aminorar el gozo de la dicha ya conocida? Eso, a mí al menos, me parece que no tiene mucho sentido. Y creo que para muchísimas personas tampoco lo tiene. Con toda probabilidad, creo yo que ése es uno de los motivos que inhiben a muchos de acercarse a esta herramienta. Y mirado bajo esta perspectiva, diría que no les falta razón.
Pero para mí el Tarot es una ayuda para quienes vivimos en un mundo libre (dentro de los límites de nuestra propia naturaleza, obviamente) en el que nuestro poder de elección puede ser decisivo para vivir una vida más plena. Las cartas, así, son una ayuda pero no un sustituto para la vida y para la toma de decisiones.
Por tanto, mi pretensión a la hora de utilizar el Tarot, es obtener un consejo elevado para una mejor actuación, ni más ni menos. Un consejo que uno es libre de aceptar o no; un consejo que nos lleve a la reflexión para una toma de decisión personal.
No somos títeres, tenemos libertad y lo que pedimos es conocer con una mayor profundidad lo que nos acontece, pero nada más.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo. Una buena predicción puede ayudarte muchísimo, sobre todo, en caso de desorientación o duda
Me gusta precisamente esa faceta orientadora, que me parece que quienes piden una consulta suelen desconocer. Se nota que practicas y vives el tema. Besos
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